El Espadero, palabrero deportado de Guatemala que sembró de muerte Chalchuapa y alrededores

Sembró, literalmente, de asesinatos, en poco más de un año, el triángulo rural y semiurbano que conforman los municipios de Chalchuapa, Juayúa, y Turín, en los departamentos de Santa Ana, Sonsonate y Ahuachapán, de forma respectiva, en la zona occidental del país.

Los habitantes de decenas de cantones y caseríos que se sitúan en una extensa área boscosa y de abundantes cultivos, en la jurisdicción de estos tres municipios, fueron víctimas y testigos y, en algunas ocasiones, colaboradores -por el terror impuesto por los pandilleros- de los crímenes cometidos por el Espadero, un escurridizo cabecilla de la MS, y su clica, la Hollywood LS.

Después de cada “pegada”, Fernando Alberto Espadero González (25) alias Espadero o Ilegal, solía buscar refugio, incluso fuera del país, para salvarse del rigor del acoso al que investigadores y unidades de la Sección Táctica Operativa (STO) de la Policía, y de la Fuerza Especializada de Reacción de El Salvador (FES), una fuerza combinada de la Policía y el Ejército, lo venían sometiendo desde hace varios meses.

El miedo de los testigos era uno de los obstáculos que los investigadores y unidades élite debían de sortear para lograr descubrir las madrigueras utilizadas por este terrorista, de largo record criminal, y colocarlo tras las rejas.

A tal grado llegaba el pánico infundido por este palabrero y su célula criminal en contra de las víctimas y demás forzados colaboradores, que al mismo tiempo que estos afectados hablaban en voz baja con los perseguidores del cabecilla, delatando algún escondite o desplazamiento del reconocido delincuente, también, cuando la patrulla se retiraba de la zona, se apresuraban a tomar sus teléfonos celulares y le marcaban, a Espadero, explicándole, con detalle, lo conversado con las patrullas especializadas y sus movimientos.

Así logró mantenerse a salvo por bastante tiempo, y como solía hacerlo –como se comprobó posteriormente-  huyendo hacia Guatemala, tal como lo hizo por enésima en días recientes, tras un sonado caso de asesinato ocurrido a principios del presente mes en Santa Ana.

Para salir del país, Espadero se escurría a través de algún punto ciego del cantón El Coco, en las afueras de Chalchuapa, un punto fronterizo con la vecina Guatemala, en donde era cobijado por criminales de la misma agrupación delictiva que operan en territorio chapín.

Así se encontraba Espadero, junto con Edwin Antonio Morales Mulatillo (24), otro pandillero salvadoreño integrante de la misma clica, con un amplio récord criminal y conocido en el mundo pandilleril como Rufián, esperando el momento para retornar a suelo salvadoreño, para continuar con su ola delictiva, cuando las autoridades guatemaltecas los sorprendieron.

De inmediato, sus pares salvadoreños, que ya sospechaban sobre el paradero del delincuente, establecieron comunicación con las autoridades guatemaltecas, quienes ordenaron la deportación de los peligrosos delincuentes hacia el territorio salvadoreño, donde fueron capturados, la madrugada de este miércoles, al ingresar al país a través de la frontera de San Cristóbal, en la jurisdicción de Santa Ana, y trasladados hacia la delegación departamental.

Contra ambos deportados pesaba, entre otras, una orden de captura emitida el 28 de febrero de 2017 por el Juzgado de Instrucción de Chalchuapa, que estableció el arresto por su participación en el homicidio agravado, ocurrido en octubre de 2015, en el interior de la finca Lourdes, del cantón Las Cruces, de dicho municipio, en contra del trabajador Josué Nahúm Turcios Mejía, mientras este se hallaba podando las ramas en la parte alta de un árbol, de donde lo bajaron a balazos y remataron al caer al suelo. Por este caso ya hubo condenas a principios de 2017 de varios cómplices de los ahora detenidos.

Tanto Espadero como Morales Mulatillo poseen amplios antecedentes por los delitos de posesión y tenencia de droga, tráfico ilícito, y tenencia, portación o conducción ilegal o irresponsable de arma de fuego, cometidos en diversas fechas. Así de extensas también son las veces en las que Espadero ha logrado salir bien librado de los procesos judiciales, al negarse los testigos a comparecer.

Esta vez la suerte de Espadero y Morales Mulatillo podría ser diferente. Sobre todo, porque tres de sus compinches, junto con los que se ensañaron en la humanidad de Turcios Mejía, fueron condenados en febrero de 2017 por los jueces que ventilaron ese asesinato a cumplir con las penas respectivas que oscilan entre los 13 y 20 años de cárcel.

Redacción STO PNC