El presidente de Estados Unidos ha escenificado en la frontera con México su visión del mundo durante una visita en la que ha examinado los prototipos del futuro muro con el que pretende frenar la inmigración irregular.

Los ocho modelos, de hormigón y acero, tienen más de nueve metros de alto por otros tantos de ancho y se alzan en un terreno de Otay Mesa, en California. Donald Trump se ha apuntado su construcción como una victoria personal, pese que aún no ha conseguido que el Congreso desbloquee ni un dólar para levantar el muro real con México.

Este acto ya era de por sí polémico en el bastión demócrata de California, pero Trump ha echado más leña al fuego arremetiendo contra las políticas migratorias del estado.

"Las políticas de santuario de California ponen en peligro a todo el país -afirmó-. Son las mejores amigas de los criminales. Es lo que está ocurriendo. Los criminales se refugian en esos santuarios".

Al mismo tiempo, tendió una mano a México y alabó a Peña Nieto, a pesar de las delicadas relaciones bilaterales.

"Tengo una gran relación con el presidente de México -aseguró-. Enrique es un tipo fantástico, un tipo duro. Estamos trabajando, estamos tratando de resolver las cosas. Veremos si lo conseguimos o no".

El ruido de las protestas se dejó oír durante la visita. La construcción de su muro podría costar 20.000 millones de dólares.