Evo Morales, asediado por las protestas en su contra y la ola de motines policiales, viajó al municipio de Chimoré, Trópico de Cochabamba, su tradicional bastión. Minutos antes de las 17 Morales confirmó desde allí su renuncia a la presidencia de Bolivia.
“Ahora he renunciado, hemos renunciado, no quiero ver más familias maltratadas por instrucción de (Carlos) Mesa y de (Luis Fernando) Camacho. El 21 de octubre de este año empezó el golpe de estado con la quema en los tribunales”, expresó refiriéndose a la quema en el edificio de la Corte Electoral en la región de Chuquisaca tres semanas atrás, en el marco de protestas que denunciaban fraude.
Más temprano este domingo el comandante en jefe de las FFAA de Bolivia, Williams Kalima, le había pedido la renuncia a Morales. “Sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial” , dijo el militar.
Las Fuerzas Armadas de Bolivia y la Policía Boliviana pidieron este domingo al presidente Evo Morales que renuncie a su cargo para pacificar al país, sumido en una crisis política y social desde las elecciones generales del pasado 20 de octubre.
El comandante en jefe de la institución castrense, Williams Kaliman, y el comandante de la Policía Boliviana, Yuri Calderón, leyeron por separado sendos comunicados, sugiriendo el primero y pidiendo el segundo la renuncia de Morales.
Kaliman leyó un comunicado en las oficinas del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas en la zona sur de La Paz en el que la institución se pronunció «ante la escalada de conflicto que atraviesa el país, velando por la vida, la seguridad de la población, la garantía del imperio de la Constitución».
«Luego de analizar la situación conflictiva interna, sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad, por el bien de nuestra Bolivia», indica la nota.
Los militares también pidieron «al pueblo boliviano y sectores movilizados deponer las actitudes de violencia, desorden entre hermanos, para no manchar con sangre, dolor y luto a nuestras familias».
En un video difundido por la Policía Boliviana, Calderón también leyó un comunicado en el que expresó que la institución se suma «al pedido del pueblo boliviano de sugerir al señor presidente Evo Morales presente su renuncia para pacificar al pueblo de Bolivia en estos duros momentos que atraviesa nuestra nación».
El jefe policial dio este mensaje «al pueblo de Bolivia» y a sus «camaradas que están movilizados» desde el sábado en la unidad antimotines cerca de la plaza Murillo, sede de los palacios de Gobierno y Legislativo.
Horas antes de pronunciarse en este sentido, los militares anunciaron operaciones aéreas y terrestres contra grupos armados, tras producirse varios ataques a caravanas de autobuses con detractores del presidente Morales.
Por su parte, el comandante de la Policía anunció que acompañarán las acciones de la Fiscalía General del Estado en el anunciado procesamiento de los miembros del Tribunal Supremo Electoral por «presuntos hechos irregulares» en las elecciones.
El Ministerio Público advirtió en un comunicado de que las irregularidades «muy graves» detectadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) en la auditoría al proceso electoral boliviano pueden conllevar «ilícitos penales y electorales vinculados al cómputo de los resultados oficiales».
La OEA emitió a primera hora del día un informe que advierte de serias de irregularidades en el cómputo de resultados de los comicios, tras los que el órgano electoral dio vencedor a Morales para un cuarto mandato consecutivo.
El presidente comunicó posteriormente, aunque sin citar el reporte del organismo internacional, que habrá nuevas elecciones en aras de «pacificar» el país, inmerso en una grave crisis desde que al día después de la votación comenzaran las sospechas de fraude.
Al menos tres personas han fallecido y 421 han resultado heridas desde entonces en enfrentamientos entre partidarios y detractores del mandatario, según datos de la Defensoría del Pueblo de Bolivia.
Policias amotinados en La Paz, Bolivia
Pocos minutos después las cadenas de televisión de Bolivia mostraron imágenes del avión presidencial despegando desde el aeropuerto de El Alto. El destino del mandatario, en un primer momento desconocido, fue finalmente la ciudad de Chimoré, en la Provincia de José Carrasco, en el Departamento de Cochabamba, su principal bastión electoral.
Entre el viernes y sábado, el presidente Morales perdió el control total de la Policía, que se ha amotinado en todo el país pidiendo su renuncia y reivindicando la democracia, además de demandas sectoriales. Comenzaron rebelándose el viernes los agentes de las ciudades de Cochabamba, Sucre, Tarija y Santa Cruz. Y el sábado se sumaron uniformados de Potosí y Pando y La Paz. Incluso el cordón de seguridad en la Casa Grande del Pueblo, la nueva sede de la Presidencia del país, abandonó sus posiciones.
A pesar de las múltiples pruebas que demostrarían fraude en las elecciones, el mandatario boliviano volvió denunciar un supuesto “plan de golpe fascista”. Y denunció, a través de su cuenta de Twitter, que se están ejecutando “actos violentos con grupos irregulares que incendiaron la casa de gobernadores de Chuquisaca y Oruro y de mi hermana en esa ciudad. Preservemos la paz y la democracia”.